El Orgullo es Mal Consejero de las Sumisiones
La primera vez que escuché sobre los Gracie fue a principios de los 90, un amigo que había estado en Brasil comentaba que había una familia de “judokas” que iba por todos los dojos a retar a la gente, “tengo un hermano de tu peso, te reto a que no puedes con él” y que en verdad eran invencibles. Tiempo más tarde, conocí a un pata en las clases de artes marciales de la U. Católica, Lalo Valdiviezo, él practicaba Kickboxing y fue quien me prestó el video del primer UFC. Nuestro vacilón en esa época era ir a su casa los domingos por la mañana y practicar lo que podíamos aprender de los videos y de lo que un brasilero le enseñaba, en su jardín. Ahí pude aplicar algunas de las llaves de judo que conocía y aprendí a hacer algunas sumisiones, eran las buenas épocas en que se podía entrenar de lunes a domingo y no te cansabas.
Unos meses después, practicando en el dojo, entramos en otro de nuestros juegos preferidos, hacer newaza (porque en esa época nadie hablaba de hacer piso o sumisiones) y recuerdo que un muchacho menor que yo en grado me pescó en una palanca al pie, hasta ahora recuerdo que la palanca estaba encajada, bien ejecutada, sin embargo como yo era “invencible”, no tapeé, el resultado: esguince en el tobillo, dos semanas de yeso y un mes sin entrenar…
Y así he visto más esguinces, fracturas, desvanecimientos y demás por no tapear a “tiempo” (todavía tengo grabado en mi mente el escalofriante desenlace de la segunda pelea de Mir vs. Minotauro Nogueira, dónde la palanca estaba hecha y el Minotauro no tapeó hasta que le rompieron el brazo)
Aquí llegamos al fondo de esta historia, cuándo es que es que es debemos renunciar y cuando es por orgullo o por desconocimiento que suceden los accidentes, ¿Podemos llamarle accidente a algo que estaba anunciado y por negligencia hemos dejado que continúe? ¿Dónde está el nunca rendirse del guerrero? ¿En qué momento fijamos nuestros límites entre la seguridad y la exigencia para mejorar más allá de nuestros límites para convertirnos en verdaderos guerreros? ¿Existe un “tapear a tiempo” de verdad?
Son preguntas polémicas y difíciles de contestar, una vez más les expreso mis puntos de vista para comenzar el debate:
– No se debe renunciar a la primera sensación de dolor o de que una técnica está hecha, sobre todo en la práctica, sobre todo si se conoce a la persona que aplica la técnica y se tiene confianza en ella. Es decir, si tenemos confianza en que sabe medir hasta donde llegar con la técnica. Podemos aplicar una sumisión con una intensidad gradual durante el entrenamiento hasta hacer sentir al otro que está sometido y nadie debería salir lastimado. De ahí que el control del que ejecuta la técnica sea básico para evitar accidentes.
– Se debe soltar al oponente apenas tapee, porque ya debe ser un síntoma de que se está por ocasionar un daño, si juntamos esto con el primer punto, no deberían haber problemas.
- Si estamos en una competencia y llegamos a sentir que la técnica está hecha y en verdad no hay escapatoria, deberíamos tapear. Acá la adrenalina y la competitividad nos pueden jugar una mala pasada, podemos no llegar a percibirlo; o, peor aún, la técnica puede ser tan limpia que no da tiempo de tapear.
- Dicen que los ninjas preferían que les corten una mano antes de ser atrapados, quizás una dormida en una estrangulación es “tolerable” (sobre todo si hay quien te reanime), pero una rotura de ligamentos puede llegar a terminar con tu vida de artista marcial, salvo que tengamos los recursos del Minotauro para que nos reconstruyan el brazo.
- Algunos muy hábiles y con mucha experiencia son capaces de revertir técnicas ya hechas, practiquemos para lograr esa habilidad.
Para evitar malos entendidos, no le tengamos miedo a las sumisiones, esforcémonos por salir, por no rendirnos, por dar ese 120%, cuando practicaba con Sensei Jorge Calderón, normalmente hacíamos piso hasta que alguno cambiaba de color (se iba poniendo medio azul), él se molestaba cuando alguien renunciaba y era porque normalmente a nadie le hacía daño con las técnicas. Entonces, lo más importante antes de no rendirse es que los dos practicantes deben de ser responsables de lo que le están haciendo a su compañero, si andamos rompiendo a los compañeros de práctica luego no tendremos con quien practicar.
Intentemos practicar de una manera competitiva, pero segura, cuidemos a los compañeros, cuidémonos nosotros mismos y tengamos una larga vida de práctica, eso nos hará mejores y más fuertes.
Cuéntanos cuáles son tus mejores prácticas de sumisión!!