Defensa Personal, El Dojo vs La Calle
Me llegó un correo de mi estimado amigo William Silupu con una noticia impactante, Guy Mezger, ex peleador del UFC había defendido exitosamente a una mujer que estaba siendo golpeada, pero había sufrido un corte en la mano por el que le tuvieron que poner 160 puntos, además de cirugía especializada. Fue una actitud heroica y por suerte sin consecuencias fatales.
Investigando un poco más, el ex peleador entrena equipos de seguridad, enseña defensa personal, había podido dominar al atacante hasta en dos oportunidades y comenta que en ningún momento vio el cuchillo con el que lo atacaron, que él pensó que estaba con las manos vacías. Esa omisión le pudo haber costado la vida. Por suerte también para él fue un arma blanca y no un arma de fuego con lo que lo atacaron.
Entonces ahí entramos otra vez a una polémica y eterna discusión: ¿Cómo es que aplicamos las artes marciales y la defensa personal en un entorno real? ¿Qué tan real debemos entrenar y que tanto el dojo puede ser nuestro campo de pruebas para una defensa infalible? ¿hay un arte marcial más adecuada que la otra para la defensa personal?
Empecemos por lo más básico, es un hecho que las artes marciales, cualquiera que esta sea, llega a desarrollar habilidades en cada practicante, pero que no es una receta mágica o infalible. La efectividad de las técnicas depende de muchas cosas: la destreza y el estado mental del ejecutor, el ambiente físico, pero sobre todo, que tenemos a otra persona al frente. Recuerden esas líneas clásicas de Operación Dragón, cuando Oharra rompe una tabla en el aire y el Sr. Le le dice “las tablas no contestan”… y es ahí donde radica la principal diferencia en el entrenamiento y la efectividad de las artes marciales para la defensa en las calles.
Por más duro y severo que sea el campo de entrenamiento, aún cuando sea un campamento militar, una jaula de MMA, un gimnasio, etc. Las personas con las que entrenamos son instructores y practicantes como nosotros y al final no tienen la intención de hacernos un daño permanente. En una situación de agresión urbana la persona a la que enfrentamos sí tiene intención de dañarnos (ahí también hay una diferencia entre la “bronca” de barrio y un asalto por un delincuente). Este estado de peligro es muy difícil de replicar en un ambiente porque la tasa de lesiones sería muy alta.
El entrenamiento en un dojo o gimnasio lo que busca es sacar la reacción, interiorizar los movimientos y desarrollar el físico necesario para ejecutar las técnicas. El entrenamiento conforme avance el tiempo puede ser muy real, llegando hasta el punto de utilizar algunas armas de verdad. Lo más normal en un ambiente de entrenamiento es utilizar equipos de protección, cuchillos y pistolas de entrenamiento, entre otros.
Por más “reales” que sean las artes marciales o sistema de defensa que se practican, existen restricciones, en las MMA no se permiten ciertos golpes, puntos, entre otros. El Krav Maga, por ejemplo, tiene opciones mucho más abiertas, sin embargo no podemos realizar los golpes con la fuerza que aplicaríamos en una situación real porque nuestro compañero de práctica quedaría lisiado, lo mismo con otras artes como el aikido que involucra luxaciones, es casi imposible aplicar las técnicas con la fuerza requerida para causar daño. Sin embargo el poder desarrollar la capacidad de reacción y el estado de alerta es quizás lo más importante de cualquier arte marcial o sistema de defensa, es grabar los movimientos en lo más profundo del cerebro y poder hacerlos de manera casi involuntaria, como una reacción.
Entonces, ¿sirven las artes marciales para la defensa personal?, desde mi punto de vista, sí sirven, nos preparan para situaciones que no vamos a poder evitar, sin embargo, la mejor defensa personal es la precaución. Esto es seguir ciertas reglas de cuidado básicas:
– Evitar lugares y situaciones de riesgo, hay menos posibilidades de ser agredido y ponerse en peligro si uno se mantiene alejado de los problemas
– Manténgase alerta en todo momento, tampoco es andar paranoico, pero es importante un mínimo de cuidado cuando se anda por la calle.
– Ante una provocación es mejor evitar que enfrentar. La mal entendida “hombría” o “valentía” puede llevar a mayores problemas, existen personas que son provocadores simplemente para buscar pelea o abusar de la gente.
– Nunca enfrente a un asaltante armado, salvo que su vida en verdad corra riesgo, todo lo material puede ser recuperado, las cicatrices de una herida difícilmente se borran y la vida no se puede recuperar.
– Si está cerca de un problema intente llamar por ayuda antes de enfrentar, intente disuadir al agresor antes de agarrarlo y si puede conseguir ayuda profesional mejor.
– Si por algún motivo adquiere un arma, aprenda a usarla, no hay nada más peligroso que un delincuente le pueda arrebatar su propia arma.
Esto no quiere decir que vivamos temerosos, que nos andemos escondiendo, ni mucho menos, quiere decir que andemos con cuidado, que sigamos entrenando, porque si en algún momento vamos a tener que defender nuestra vida o la de nuestros seres queridos, es mejor que nos encuentre preparados, física y mentalmente.
Entrena duro, entrena hasta que tus movimientos sean inconscientes, en el momento en que creas que ya no puedes más es cuando en realidad estás aprendiendo, busca el segundo aire, recuerda las palabras del gran maestro Mas Oyama, “uno se vuelve un principiante después de 1,000 días de práctica, y un experto después de 10,000 días de práctica”.
Cuéntanos cuál es tu método favorito de entrenamiento para defensa