Sauna infrarrojo: por qué es mejor que el convencional
En Estados Unidos se está popularizando esta nueva herramienta, que promete desintoxicar, relajar y aliviar el dolor muscular en mayor medida que el mecanismo tradicional
La tecnología no es nueva, pero comenzó a ponerse de moda hacia 2010, luego de que el Dr. Mehmet Oz y Oprah Winfrey elogiaran sus beneficios. Lady Gaga y Gwyneth Paltrow los comenzaron a usar luego y desde que Jennifer Aniston y Justin Theroux instalaron uno en el gimnasio de su casa, el sauna infrarrojo se volvió una moda. En Nueva York, en Los Ángeles y en Chicago hay sitios especializados para este sauna que promete desintoxicar, relajar, adelgazar, aliviar el dolor muscular y de articulaciones y mejorar la circulación en mucha mayor medida que los saunas tradicionales.
En lugar de calentar el aire de un ámbito para que luego ese calor se transfiera al cuerpo, como el método común, un sauna infrarrojo utiliza emisores de esta luz que pertenece al espectro invisible —el visible va del rojo al violeta— y que, a diferencia de la ultravioleta, no es dañina. Así el calor se absorbe directamente en la superficie de la piel entre un 80% y un 93%, de manera tal que no son necesarias temperaturas tan altas como en el sistema convencional, que algunas personas no logran soportar: basta con programar el sauna infrarrojo desde 38º C para recibir sus efectos.
Un artículo del especialista Brent Bauer explicó que los saunas infrarrojos producen una sudoración y un ejercicio cardíaco similar al de una rutina física moderada. «Varios estudios han investigado el uso de saunas infrarrojos para el tratamiento de problemas de salud crónicos, como la presión alta, la insuficiencia cardíaca y la artritis reumatoidea, y hallaron prueba de sus beneficios», escribió Bauer. El médico destacó también: «Por otra parte, no se conocen efectos adversos de los saunas infrarrojos«. Lo cual es razonable: emplean el mismo tipo de calor lumínico que producen el sol y el cuerpo humano.
Como su luz es invisible, estos recintos combinan su terapia con otra: la cromolumínica. Por ejemplo, el azul se utiliza para una mayor relajación.
Los efectos positivos en músculos, tejidos, huesos y el sistema circulatorio se derivan de uno básico: la desintoxicación. El sauna infrarrojo remueve las impurezas depositadas en las células, en particular las de grasa, donde el cuerpo acumula, además de reservas de energía, toxinas como el colesterol y los metales pesados del medioambiente. Un estudio de 2012 publicado en la Revista de Salud Ambiental y Pública halló que la sudoración permite expeler elementos peligrosos como el plomo, el arsénico, el cadmio y el mercurio.
«Dos cosas hacen a la desintoxicación: una es favorecer las vías de desintoxicación, de manera tal que el cuerpo pueda expulsar las toxinas», dijo a Bloomberg Businessweek la médica Amy Myers, autora del best seller The Autoimmune Solution (La solución autoinmune). «La otra es reparar el daño que causan las toxinas. Los saunas tradicionales hacen que el cuerpo sude y elimine toxinas. Los saunas infrarrojos no sólo las eliminan más efectivamente sino que ayudan también a que se regeneren las células y los tejidos, y fortalecen el sistema inmunológico».